viernes, 20 de abril de 2012

En una ciudad mojada...


...caminando entre paraguas, observando los diferentes ritmos y disfrutando la brisa marina. Encerrada en su polar una piel pecosa espera el tintineo de las luces que han de darle paso mientras nos envuelve amablemente en un aroma a canela. Preguntándome cuanta gente de la que me cruzo está realmente aquí o tiene sus pensamientos puestos en lo próximo que va a hacer. Somos así, una especie con prisa, incluso antes de que descubriésemos el café me imagino a los paisanos caminando rápidamente sobre las pacientes piedras de Toledo, Lisboa o Florencia. Sin embargo el 99% corren sin tener meta y a la vez sin disfrutar del camino. Si más personas decidiesen a donde quieren llegar, los semáforos no podrían hacer otra cosa más que ponerse en verde para ellos. Un niño corre por los charcos con su camión, pero sí tiene un motivo para tener prisa, escapar de los brazos de su padre que corre tras el y que sin duda le impedirá seguir jugando en la lluvia. Es sólo agua, pero se protegen como si fuera ácido y encapsulados en sus armaduras de tejidos corren para huir del chaparrón porque hace muchos años a todos ellos los regañaron por jugar en los charcos. :)

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