Ayer me sucedió una cosa muy curiosa, me compré un paraguas para evitar las lluvias gallegas, ¡¡como no!!. Ya me costó comprarlo porque tuve que regatear casi tres cuartos de hora para rebajar su precio ante una dependienta cuya única afición es desplumar a jovenes incautos como yo. Después de titánicos esfuerzos conseguí que me lo vendiera por 5 euros y me encaminé tranquilamente hacia el gimnasio, pensando que dicho día presagiaba grandes cosas.
Al salir del Gimnasio (sí, con mayúsculas), tuve la ocurrencia de colgarlo del cinto y bajé con dos amigos hacia la facultad; cuál fue mi sorpresa cuando iba a utilizarlo: comprobé que el paraguas había desaparecido y sólo quedaba de él el mango...
Teniendo en cuenta mi liquidez monetaria llegué a la conclusión de que el paraguas me había salido como un bien de lujo (2.5 euros la hora), la verdad por un lado me alegré. Paris Hilton puede quedarse con sus Mercedes y BMWs, yo tengo mi paraguas (es decir, mi mango).
Soy un gran aficionado a las teorías conspiranoicas y tengo la convicción de que todo es algo orquestado por los fabricantes de paraguas, que descontentos por sus ventas, le ponen unos microchips para que a la minima salgan por patas. Dichos chips son suministrados por el ejército americano, pero no penséis que es simplemente por dinero, sino que se trata de un arma biológica: es decir, al no tener paraguas la gente se moja y coge la gripe, con lo cual tienen el camino libre para invadirnos. Pensad en una invasión en la que toda la gente esté en cama con los ojos hinchados y acordándose de la madre que parió la fabricante de paraguas, ¡¡Qué fácil sería!!.
Bueno Iker Jimenéz echame una mano por favor.
miércoles, 20 de mayo de 2009
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