Reconozco que vale, si escribo aquí es porque no va a leerlo, pero estoy bastante seguro de que aunque así fuese no cambiaría nada.
Reconozco también que me queda un largo trecho para tener don de gentes.
Podría poner un montón de excusas, pero lo único real es que sean las causas que sean, me he construído un montón de barreras, armaduras, estructuras, armazones, guardianes y desiertos que si bien me dan una cierta ventaja al poder observar lo que ocurre a mi alrededor desde la distancia, también hacen bastante difícil que alguien llegue a conocerme.
Gracias a que hace unos años, algunos de los blogueros de aquí y yo, descubrimos las causas reales y últimas de como en verdad funciona el mundo, muchas de esas barreras han ido cayendo.
Pero nunca habían caído tan rápido como lo han conseguido un par de gestos, detalles totalmente normales cuando los veo para otros, pero que me parecen increíblemente extraordinarios cuando me ocurren a mí. En un segundo, un millón de barreras cayeron y ahora no puedo ni quiero recomponerlas.
El cambio ha sido brutal, ya no me interesan las noticias, ni mis programas favoritos, pienso para dos y no para uno, mis palabras gustan más que nunca a todos.
Sé que el tiempo está en mi contra, quizás quedan unas horas, unos días o ya sea tarde y ya no pueda optar a ser más que un amigo como muchísimo. Se hace difícil el coincidir a pesar de que está a algunos kilómetros. Mantengo la esperanza y aunque no lo lograse, ahora me siento más preparado para seguir dando nuevos pasos hacia lo que quiero.
miércoles, 27 de febrero de 2013
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