Hoy me acordado de un poema que escribió una "amiga" hace un par de años:
En este inmenso desierto,
tengo sed de tus palabras,
hambre de sentirte cerca,
tengo algo más para contarte,
siempre algo más que decirte,
algo más que recordarte.
Cada vez son más lejanas,
cada vez son más distantes,
quisiera decir lo que mi alma quiere,
quisiera escuchar el salmo preciso de tu voz.
Este sublime y frio silencio es la misma muerte,
la más cruel y amarga tortura,
la más lenta y triste amargura.
Renunciaría a todo si pudiese escucharte,
renunciaría al mismo cielo,
solo para poder oir lo que mi alma quiere,
mi alma quiere repetir el salmo preciso de tu voz,
antes se su infinito vuelo de adios,
en ese ultimo y definitivo instante.
viernes, 7 de enero de 2011
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