viernes, 25 de septiembre de 2009
Raimundo de Tolosa
Siguiendo el post sobre la primera cruzada voy a introducirles a uno se los más importantes personajes:
Raimundo IV de Tolosa (1042 – 1105), también conocido como Raimundo de Saint-Gilles, conde de Tolosa, marques de Provenza y uno de los cabecillas más importantes de la Primera Cruzada. Hijo del conde Ponce de Tolosa y de Almodis de la Marca.
Había luchado en la Reconquista española antes de 1096, y fue el primero en unirse a la Cruzada después del sermón realizado por el Papa Urbano II en el Concilio de Clermont.
Fue excomulgado dos veces debido al grado de consanguinidad de dos de sus esposas a pesar de eso era profundamente religioso y deseaba morir en Tierra Santa, de modo que cuando se realizó el llamamiento a la Cruzada fue de los primeros en responder. Era el más viejo y el más rico de los Cruzados, abandonó Tolosa en 1096 con un gran ejército y acompañado de Adhemar, obispo de Le Puy, legado papal.
A finales de abril de 1097 ya en Constantinopla, fue el único Cruzado que se negó a rendir vasallaje a Alejo I Comneno, a cambio de ello hizo juramento de amistad, y le ofreció su ayuda contra Bohemundo, enemigo tanto de Raimundo como de Alejo.
Estuvo presente en el sitio de Nicea, así como en la Batalla de Dorilea en 1097, pero donde llevo a cabo su mejor actuación fue en la toma de Antioquía. Los Cruzados creyeron que los Turcos Selyúcidas habían huido de la ciudad, motivo por el que Raimundo envío su ejército a cargo del conde Roger de Lunel para ocuparla, con una gran perdida de hombres, con ello ofendió a Bohemundo que quería la ciudad para él. Sin embargo la ciudad no sido abandonada por los Turcos y tuvo que ser conquistada por los Cruzados, conquista que pudo ser realizada en junio de 1098 después de un largo sitio en el que las complicaciones dentro del ejército Cruzado fueron enormes. Raimundo conquistó el palacio del Emir y la torre que se situaba sobre la puerta del puente.
Al poco tiempo los Cruzados quedaron sitiados a su vez dentro de la ciudad por Kerbogha, durante este sitio Raimundo se encontraba enfermo, pero sus seguidores llevaron a cabo una intensa actividad espiritual que desembocó en el descubrimiento de la Lanza Sagrada por parte de un criado de Roger de Lunel llamado Bartolomé.
Hay que hacer mención que Bartolomé de Lunel había sido enterrado vivo despúes de un batalla, a partir de dicho suceso tenía visiones y los cruzados pensaban que había sido tocado por Dios.
El milagro del descubrimiento de la Lanza elevó la moral de los Cruzados, y para su sorpresa pudieron derrotar a Kerbogha en una batalla a las afueras de Antioquía. La Lanza pasó a ser una reliquia entre los seguidores de Raimundo, a pesar la incredulidad de Bohemundo que veía en ello una burla. De hecho, el Bartolomé murió por pasar una prueba para demostrar la veracidad del descubrimiento. Raimundo se negó a entregar a Bohemundo la parte de la ciudad que había conquistado, recordándole que debía entregarla al Emperador Bizantino Alejo I, tal y como había jurado al rendirle vasallaje. Con todo esto no tardaron en surgir rencillas y luchas abiertas entre los partidarios de uno y del otro, en parte por la veracidad de la Lanza y en parte por la posesión de Antioquía.
La mayor parte de los caballeros menores así como los soldados de a pie, querían continuar su camino hacia Jerusalén, por lo que consiguieron convencer a Raimundo para que los condujera hasta allí en otoño de 1098. Raimundo continuó llevando a cabo el asedio de la ciudad de Ma’arrat al-Numan aunque dejó un pequeño destacamento de sus tropas en Antioquía, donde se quedó Bohemundo. Adhemar muríó en Antioquía, y Raimundo con el prestigio que le había dado el descubrimiento de la Santa Lanza pasó a ser el nuevo jefe de la Cruzada. Esta jefatura no subyugó a Bohemundo, que al poco de la partida de Raimundo no dudó en expulsar su destacamento de la ciudad en enero de 1099. Raimundo, al igual que había hecho Balduino en Edesa y ahora Bohemundo comenzó a buscar una ciudad para sí mismo, partió de Ma’arrat que había conquistado en diciembre de 1098 para introducirse en el emirato de Trípoli, iniciando el asedio de Arqa en febrero de 1099, por lo que parece con el fin de crear un territorio independiente al sur de Antioquía para limitar en lo posible el poder de Bohemundo, impidiendo su expansión hacia el sur.
Se le ofreció la corona del nuevo reino de Jerusalén, lo que rehusó ya que no estaba de acuerdo en gobernar la ciudad en la que Jesús había sufrido. Dijo que se estremecía solo de pensar en que se le pudiera llamar “Rey de Jerusalén”; todo parece indicar que Raimundo sabía que el ofrecimiento no era sincero, ni siquiera deseado, y con tan hábil respuesta pretendía evitar que Godofredo de Bouillón fuera hecho rey, sin embargo, éste más hábil todavía respondió de igual modo autodenominándose Sancti Sepulchri advocatus, pero de hecho el rey del nuevo reino.
Raimundo también participó en la Batalla de Ascalón, que tuvo lugar al poco tiempo de la toma de Jerusalén, en la que fue derrotado un ejército proveniente de Egipto.
Murió en 1105, a consecuencia de las heridas sufridas en un incendio en el castillo construido en el Monte Peregrino, no pudiendo asistir a la toma definitiva de Trípoli.
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